¿Cómo relacionarse con un niño con TEA cuando es agresivo?

28 febrero, 2022

¿Cómo relacionarse con un niño con TEA cuando es agresivo?

 

Lo primero que debemos comprender es qué la agresividad, no forma parte de los criterios diagnósticos del TEA. Es un mito él pensar que todos las personas con el diagnóstico, son violentas o agresivas.

En este artículo entenderemos el por qué, algunas personas o niños/as llegan a reaccionar de formas inesperadas.

Recordando uno de los criterios diagnósticos revisados en artículos anteriores, hablaremos sobre el procesamiento sensorial alterado. Esto, en pocas palabras, significa que tanto los estímulos del entorno, como los estímulos provenientes de su propio cuerpo, se están procesando e interpretando de una manera diferente, ya sea, disminuida o exacerbada.

Cuando ocurre esta última opción, la interpretación exagerada de los estímulos, el cerebro del niño o niña, entiende el entorno como una amenaza y entonces ¿qué sucede?, el sistema nervioso autónomo activa los sistemas de alarma del organismo y se desencadena uno de los mecanismos más primitivos del ser humano: la lucha o la huída. Esto, con el fin de protegerse o evitar el estímulo que se interpreta como una amenaza para nuestro organismo.

(Para información más a fondo sobre el tema, te invito a revisar el artículo “¿Qué significa que mi hijo tenga dificultades en el procesamiento sensorial?”)

 

Entonces, entendiendo que a nivel fisiológico, se están activando mecanismos de alerta, debido al procesamiento erróneo del ambiente, logramos comprender que el individuo esté teniendo una conducta agresiva o violenta ante el entorno o las personas. El estímulo que puede estar provocando esta reacción, puede ser en cualquier canal sensorial, dependiendo del perfil sensorial del niño o niña. Puede ser:

  • Auditivo: algún ruido fuerte, sonido inesperado, tono o timbre de voz de una persona, algún sonido reiterativo en el tiempo, aunque sea mínimo, etc. También puedes revisar información más a fondo en el artículo “Sistema auditivo en niños con TEA”
  • Táctil: alguna textura de la ropa o etiquetas, cremas, tacto social, corte de uñas o cabello, etc.
  • Olfativo/gustativo: aromas u olores intensos, alimentos muy condimentados, perfumes, desodorantes ambientales, etc.
  • Visual: lugares con muchos estímulos visuales (ejemplo: sala de clases con calendarios, horarios, decoración de la época, etc) o con mucha luz.
  • Vestibular: viajes en locomoción, sillas muy altas en donde los pies no toquen el suelo o cuando se toma al niño en brazos de manera brusca, cambios de posición de la cabeza, etc.

 

Cualquiera de estos estímulos y otros de similares características, pueden desencadenar el mecanismo de lucha, que finalmente se traduce a un niño o niña que reaccione con violencia. Esto, es muchas veces, interpretado por el resto de las personas, como “una pataleta sin motivo aparente”, pero ya comprendimos que siempre hay un motivo para reaccionar de esta forma.

Para lograr identificar que el origen de esta conducta fue desencadenado por un estímulo sensorial, debemos estar atentos a lo siguiente:

  • Conocer el perfil sensorial de tu hijo, a través de una evaluación realizada por un/a Terapeuta Ocupacional con certificación en Integración Sensorial
  • Revisar con detalle el entorno y los estímulos a los que está expuesto/a, en ese momento, el niño o niña.

Una vez identificada la procedencia del estímulo que está molestando:

  • Quitar el estímulo con urgencia o sacar al niño/a del lugar inmediatamente
  • Contener mediante abrazo apretado o masajes, ó a través del movimiento activo del niño o niña para lograr la auto-regulación. Ejemplo: correr, saltar, trepar, etc.
  • Siempre respetar el espacio del menor. No debemos ser invasivos en nuestra interacción. Debemos estar a la altura de su mirada, pero no tocar si no tenemos un vínculo cercano ni la autorización del niño o niña. También puedes revisar los artículos: “9 estrategias para lograr un adecuado contacto visual con tu hijo con TEA” y “¿Cómo me comunico con mi hijo si no habla?”
  • También, es muy importante la prevención. Si ya conocemos qué estímulos alteran a nuestros hijos e hijas, no debemos obligarlos a exponerse a éstos y además, debemos estimular la auto-regulación. Te dejo invitado/a a revisar: “Estrategias sensoriales para el hogar”

 

 

Por otro lado, también es común entre los niños y niñas con el diagnóstico, el presentar baja tolerancia a la frustración, debido a la dificultad para comprender el entorno social o las dificultades cognitivo-motrices que pudieran presentarse.

La frustración puede manifestarse de diferentes modos: abandono de la actividad, desborde emocional a través del llanto, auto o hétero agresiones (agresión a sí mismo o a otros).

Cuando el motivo es la frustración, es importante hacer un acompañamiento al menor. Nunca dejar solo. Esto, no significa que solucionaremos nosotros la problemática presentada, pero sí debemos mediar o colaborar a que logre hacerlo solo o sola.

 

  • En primer lugar, debemos validar la emoción. Es absolutamente normal y esperado el que nos frustremos ante algo que no podamos solucionar o ejecutar. Todos nos frustramos como niños y también como adultos. No queremos que el niño/a no se frustre, sino, que logre aprender qué hacer con esta frustración. No debemos utilizar frases como “no pasa nada”, por el contrario, ayudamos al menor a entender la emoción y el por qué está sucediendo: “estás enojado porque no puedes armar la torre”, “estás triste porque no logras subir al columpio” etc.

 

  • Empatizar con la emoción: “yo también me enojaría si no pudiera”, “yo también me ponía triste cuando no lo lograba”. De esta manera, el niño o niña comprenderá que es completamente natural lo que está viviendo.

 

  • Ofrecer alternativas de solución: tal vez no lograremos hacerlo de la misma manera que lo estaba intentando. Aquí, es muy importante conocer las habilidades y capacidades de nuestros hijos. Por lo tanto, debemos ofrecer de 2 alternativas, dándole al menor la oportunidad de pensar y decidir. Es importante, mediar hasta que el niño lo logre, pero nunca hacerlo por él. De esta manera, estaremos ayudando a que la conducta del manejo de la frustración, mejore de manera autónoma y las agresiones, vayan disminuyendo poco a poco.

 

Como logramos revisar, las conductas agresivas siempre tienen un origen. Es importante identificarlo y colaborar a la regulación sensorial o a la búsqueda de soluciones. Por estos motivos es que logramos aprender que un niño o niña con TEA que tenga conductas agresivas, puede ser intervenido y ayudado por nosotros como adultos, mediante la comprensión, respeto, paciencia y empatía.

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